Por
Raúl Barros
Lloro
tu ausencia desde aquél verano
donde tu risa me dejó una huella.
Tu mirada, mezcla de luz y de misterio
hizo el milagro de la revelación, ¡eras mi amor!
La tristeza que me
deja tu silenciodonde tu risa me dejó una huella.
Tu mirada, mezcla de luz y de misterio
hizo el milagro de la revelación, ¡eras mi amor!
me acompaña en el presente noche y día
y un dejo, sólo un dejo, de esperanza
me ilumina de pronto como una llamarada,
y comienzo a rezar como un poseso
anhelando con furia, con locura, otro milagro:
la maravilla del reencuentro.