Tic, tac, tic, tac. El tiempo transcurre en la esfera del reloj. Desde
la ventana se ve el amanecer. La aureola de fuego convoca a los girasoles para
que sacudan el letargo de la noche e inicien su camino a ninguna parte en el
nuevo día. Todo es tranquilidad. Los sonidos del silencio apenas son
interrumpidos por tímidos cantos de pájaros que desafían el alba y saben que
nada es suficiente comparado a la luminosidad de sus ojos.