Por Raúl Barros
La Cruz del Sur en lo alto
y aquel verano caliente
cambiaron a Buenos Aires
con sus calles y sus gentes.
Recuerdo aquellas barriadas
de cortadas y adoquines
y el perfume de su brisa
y el transitar de los guapos
llevando a cuestas la muerte.
¿Qué fantasmas te recorren
Buenos Aires?
¿Qué sombras misteriosas
se guarecen a tu amparo
llevando a cuestas el valor
temerario de tu gente?
¡Y ojo al Cristo, señores!
Que había que tener coraje
para mimar a mujeres,
pues había otras miradas
buscando la misma suerte
y resolver la cuestión
manejando un puñal
para enfrentar a la muerte.