Esa
mañana, como casi todas desde hacía tantos años, desayunó su té
negro y las dos tostadas con mermelada de duraznos que solo cambiaba
los domingos por la de frutillas, su preferida.
Fue casi
imperceptible. Apenas un zumbido que desafió a la lógica del
tiempo, esa que se puede medir en una fracción de segundo o en una
vida. Aunque a veces termina siendo lo mismo.
En
el último capítulo de Las
primas,
la novela de Aurora Venturini, Yuna recibe un golpe artero y
terrible, que la conmueve. La actitud de Petra, denigrándola con
odio e ingratitud, la sume en el desconcierto y la infelicidad.