Por Producción
Colectiva (*)
La literatura es
artificio, puro cuento.
No es producir en el
lector una carcajada ni sonrisita cómplice. Es abrir el pecho y
deshacer las balas con metáforas. Darles sueños a los buitres y
colores a la tormenta. No hay anclas que la condenen al piso ni a la
mera materialidad.
Escribir es crear
belleza con una birome pensante y una pulsión visceral. La magia de
la literatura es que las convicciones más intrínsecas se pueden
tergiversar y el cielo puede ser verde si así el creador lo
pretende.
La literatura es
inconclusa, múltiple y rebelde digna de explorarse en todas sus
formas y sabores. Quien te dice que mañana no me leas y estalles en
carcajadas
Es un viaje sin
destino
Es una hendija para
espiar
Es un llamado
urgente
Es un rayo que
anoticia
Es un abrazo para
después
Es un rato a solas
habitado
Es un soplo, una
revolución
Es de otro orden, de
nueva realidad
Es de adentro para
afuera
Es de antes y
porvenir
Es una mentira de
verdad
Es un sueño de
papel
Es otro día y otra
noche
Es para esta vida
Es contar historias.
Historias
mentirosamente imaginadas.
Historias que están
ahí y solo hace falta estar atentos para verlas y escucharlas.
Historias de seres
anónimos que inspiran historias.
Historias que a
veces se ocultan en los rincones oscuros para protegerse de la luz.
Historias que salen
de las entrañas y buscan las palabras justas para ser contadas.
Historias mínimas
capaces de mezclar lágrimas y sonrisas.
Historias que muchas
veces alivian al ser contadas, pero no tanto cuando son recibidas.
Historias que
cambian nuestra historia.
Es tu pluma.
Sí. Es tu pluma.
Porque tu pluma es
una extrañeza,
una delicadeza.
Y sobre todo, porque
tu pluma,
te atraviesa.
Es una tarde de
lluvia, una ventana y un libro
o una noche de
lectura con los peces de la ciudad.
La suspensión del
tiempo y el espacio.
El instante previo a
la última frase.
Voracidad, impulso,
pulso y pulsión.
También puede ser
un helado de chocolate o una cerveza
bien fría en
cualquier momento.
Dibujar con palabras
vidas reales o pensadas.
Compartir historias
de la conciencia colectiva que tenemos como humanidad
Estremecernos con
relatos que nos hacen más sabios, sensibles y creyentes de nuestra
maldad y bondad.
Descubrir lo ajeno y
acercarnos a entenderlo. Colorear los días
Compañía perpetua,
imprescindible. Más necesaria que el pan o el agua.
Paisajes, historias,
seres animados o inanimados me fueron poblando por dentro ensanchando
mis órganos sensibles: olfato para las especias y para las
traiciones; escucha para las músicas, el agua y las estrellas y el
silencio de los parloteos humanos. Conocí la textura de las nanas
infantiles junto a la aspereza de las preguntas que no puedo
responder. Me crecieron ojos múltiples como los de una mosca y ni
aun así logre ver todo lo que se me ofrecía.
Y de pronto,
Cortázar!: otro diccionario, permiso para la aventura y el absurdo.
Podría seguir, pero
no quiero cansarte. Prefiero recordar un pedacito de un poema de José
Martí:
“…Debes amar la
arcilla que va en tus manos… Sólo el amor convierte en milagro el
barro.”
Escritura disyuntiva
de la infancia de la palabra.
Bifurcación
insinuante de la desobediencia del espejo.
Tiranía de la
inventiva y erosión del pensamiento.
La literatura es, lo
que no es, cuando está siendo
deslealtad con la
realidad
escena inútil
palabra espiralada
distancia que
aventaja
recreo de la vida
mirada distorsionada
distorsión inquieta
inquietud
provocadora
(*) Susana Basilico, Belén Nigro, Carolina De Leo, Héctor Corti, María Gorgoroso, Mary Yacobe, Rosario Rivarola, Julia Azul, Marga Botaya.