Por Liliana Leiva
Red para el
cangrejo,
un recorrido obligatorio aún para quienes no crean que las redes son
las que nos ofrecen puertas que se abren. Sólo hay que verlas. En
este texto Andrea cumple un deseo humanitario: transformar su vida en
una experiencia que puede ser contada porque reconoció esas redes,
esa gran red,
y en ese reconocimiento nos abre puertas infinitas e increíbles.
Esta es una de esas puertas.
El relato se hace
como se hace la vida, transitándola con sus luces y sus sombras. La
magia de las circunstancias, el tejido cuya historia individual (tal
vez una excusa para entender lo colectivo) no es posible sin las
otras historias, el cangrejo como metáfora de una construcción
despareja pero que se expande inevitable e infinita, permiten una
lectura a la que hay que acceder dejándose llevar por su propia
lógica que está justamente en abrir la puerta y lanzarse a la red.