Por María Yacobe
Tan mío y tan ajeno
lejano
artificial
transplantado
plantado
inventado y real.
Hay un perfume nuevo
y húmedo
manantial de resina.
Meciéndose los
pinos de mar
a veces inmóviles
como yo
a veces agitándose
como yo
golpeándose entre
sí
sacudiéndose
desperezándose
despertándose
como yo.
Gigantes infinitos
por donde se asoma
la noche.
Corteza crujiente
que no se vuelve
astilla.
Corteza alimento del
suelo que me sostiene
y de las nomeolvides
que se multiplican
con descaro
sin control
como yo
como yo