Por
Raúl Barros
Recuerdo
una escena terrible ocurrida ya hace mucho tiempo: una parrilla, un
gato sobre la chimenea, y un muchacho con un cuchillo en la mano para
matarlo. ¿Por qué?, le pregunté. Porque sí, porque los odio.
Cuando el gato adivinó lo que le esperaba pegó un salto y fue a la
casa vecina.
¿Qué
se necesita para formar un asesino? Tendríamos que incursionar por
la psiquiatría y develar las todavía misteriosas pulsiones que
llevan al acto de matar. Y el odio es el principal factor y, también
la discriminación, que llevan a un alma dura o hipersensible a
ejercer la máxima violencia. Está en la propia naturaleza humana,
como la bondad y la solidaridad, las facetas de la medalla que es la
vida y que es eterna.