Por
Carolina De Leo
Una poeta que huele a mar azul pregunta
cuánto pesa la muerte de un pájaro
en un patio de ciudad.
con la boca ya enjuagada
de tinto y de hermandad
espera el fuego y la carne.
La voz intensa de Mercedes
pregunta por la garganta del sinsonte,
era un pájaro y no lo sabíamos.
Junto a la misma caricia marina
azota el silencio
inconmensurable
ante el futuro destino
de un (em)barco...
En
la casa hoy silba un pájaro
con tono de asfalto, desconocido...
Canta que lo tire, lo tire, que lo tire.
O, que lo mire, lo mire, que lo mire.
Repite, madruga y atardece.
con tono de asfalto, desconocido...
Canta que lo tire, lo tire, que lo tire.
O, que lo mire, lo mire, que lo mire.
Repite, madruga y atardece.
La
hija simplemente afirma
que es la imaginación de uno
que el pájaro no dice nada...
Será como los dibujos
que inventamos con la luna llena.
que es la imaginación de uno
que el pájaro no dice nada...
Será como los dibujos
que inventamos con la luna llena.
El
padre enseñó a escuchar
"a cicala" y al bicho feo
ya lejos del Mediterráneo.
"a cicala" y al bicho feo
ya lejos del Mediterráneo.
El
barco anda siguiendo
el vuelo de un pájaro vivo
lejano de arena
y más azul por dentro.
el vuelo de un pájaro vivo
lejano de arena
y más azul por dentro.
Ni
amiga, ni hermana,
ni hija, ni padre...
La poeta cree aún
en la locura, en un pájaro y en el mar.
El cielo diáfano tarda en llegar.
ni hija, ni padre...
La poeta cree aún
en la locura, en un pájaro y en el mar.
El cielo diáfano tarda en llegar.
Cuesta
hacer silencio,
la cantora no calla
ya es un pájaro azul.
la cantora no calla
ya es un pájaro azul.
