12.4.18

LEER A PESSOA




Por Carolina De Leo

Creo que aún no estaba dormida, no del todo. ¿Se está alguna vez del todo dormido?

Recuerdo mi “entre” sueño, no hacía tanto había cerrado, junto a los ojos, un breve ensayo de Alejandra Pizarnik. Ella no hablaba de ella sino de otro, de Fernado Pessoa.

Mientras el sueño se demoraba me decía a mí misma que tenía que leer a Pessoa. Ya había leído a otros que escribían sobre él y sus otros, los heterónimos. Repetía en el lento silencio de la noche los bellos nombres de esos otros, sonaban casi como una melodía: Alberto Caeiro, Ricardo Reis, Antonio Mora, y… cuál más… Fue entonces que ocurrió, un estallido irrumpió en la oscuridad, me quebré como se quebró el espejo. Me partí yo también, quedé en pedazos en el mismo instante del sobresalto.

Se fue el silencio, y siguió lenta la oscuridad… resquebrajada era la misma, soy la misma.

Sin espejo entre estas paredes no estoy sola, habitan otros, ya habitaban, sólo me vine a enterar. Se trata de unos cuantos otros, no tienen nombre, se los borra la luna…

Prendí la luz, junté los vidrios, con sumo cuidado y sigilosamente, no vaya a ser cosa que me corte yo que estoy tan entera. Mucho papel de diario, va a la basura.

Cuando intenté dormir nuevamente, volví a pensar que algún día voy a leer a Pessoa.