5.12.18

LITERATURA


Por Susana Basilico

1

  Una foto de Kafka en una esquina de Praga me detuvo. Estaba él parado, solo. También rodeado de otras personas, sentados en una mesa de un bar. El bar "Arcos" de Praga, en la calle Meiselgasse. Los que estaban con él no sé quiénes eran, no hay carteles que los identifiquen. La cara de Kafka es inconfundible, así como su pose. Saco fotos para guardar el recuerdo de ese lugar por donde transitó uno de mis escritores favoritos.

2

Unas semanas antes, todavía en Buenos Aires, me puse a ordenar libros (cosa que no hago muy seguido). En el desorden me entiendo. En una bolsa encontré una edición de bolsillo de "Respiración Artificial”. Recuerdo haberla comprado hace varios años para hacer un regalo y luego cambié de opinión. Quedó ahí, en la bolsa con moñito y todo.

3

Camino por las calles de Praga y me topo con el café "Arcos" de la calle Meiselgasse. Fue inesperado. Esa ciudad de calles enmarañadas, con nombres incomprensibles te lleva, no podés elegir dónde ir. Te perdés inexorablemente. Así que sin proponérmelo llegué a esa esquina y vi la foto de Kafka. Y allí reparé que ese era el bar.

4

Poco después de encontrar el libro me enteré que iba a ir a Praga y decidí releerlo en esa ciudad.

5

Ese día había salido a caminar y llevaba el libro en la cartera por si paraba a tomar un café o me sentaba cerca del río. Y encontré el café "Arcos" de la calle Meiselgasse. Y me detuve a mirar las fotos, a sacar fotos. En una de ellas lo veo a Kafka sentado junto a un pequeño hombrecito de mirada esquiva, penetrante. La foto está un tanto borrosa, pero su mirada es inconfundible. Y veo la cara de Kafka más horrorizada que nunca, ese gesto de siempre pero más acentuado en su cara, con el hombrecito de mirada perversa a su lado. "...Kafka sabía oír, estaba atento al murmullo enfermizo de la Historia..." decía el polaco Tardewski. Y su cara lo demostraba. Ese murmullo que se repite. 

6

Al día siguiente volví. Había anotado el camino en el plano para volver. Pero cuando llegué la calle Meiselgasse no se llamaba así. Tenía otro nombre incomprensible. Y en lugar del "Arcos" había un súper chino. “Alkohulu a cigaret” decía en la vidriera. No estaban las fotos de Kafka ni las de sus acompañantes. Tampoco había fotos en mi celular. Otra vez Piglia lo había hecho...