Por
María Yacobe
Hubo
una mujer a quien le impusieron el nombre, la religión y el marido
el día que nació.
Una
mujer a quien sentenciaron: parirás con dolor.
Una
mujer que amasaba el pan la noche antes de parir a su décimo hijo.
Hay
una mujer que ve pasar la vida por la ventana y hay otra mujer que
mira por la ventana y tiene las horas muertas.
Hay
una mujer que cuida los niños de otra mujer y hay una niña-mujer
que cuida a sus niños-hermanos.
Una
mujer lava la ropa en el río y después planta gajos de malvón.
Otra
mujer tiende la ropa al sol, corta una rosa y sale a comprar el pan.
Hay
una mujer que pone sábanas en las camas y manteles en las mesas.
Hay
otra que no.
Una
mujer se quita el camisón de las penas y se viste con ropas de
deseo.
Otra
escribe un poema y tararea un valsecito.
Hay
una mujer que consuela llantos con caramelos y después se sienta a
orillas del mar a contar las desdichas que traen las olas.
Hay
una mujer que camina descalza bajo la lluvia. Alguien le ofrece un
paraguas, ella sonríe y dice: no gracias.
Otra
conduce un carro con caballos y se pinta de rojo las uñas de los
pies.
Hay
una mujer que se pone los zapatos y comienza a caminar quién sabe
hacia dónde.
Hay
mujeres que caminaron siempre, que caminan hoy y que siguen haciendo
camino.