29.9.18

COLORES


Por Julia Azul

   Eran días de desazón, tensos, difíciles de atravesar. El tiempo parecía extenderse, diluyéndose, sin avanzar. Poco a poco, la habitación fue perdiendo oscuridad y la luz del sol ocupó los espacios hasta los rincones más lejanos.

  Alguien abrió la ventana y un perfume exquisito se esparció, como antes la luz, cubriéndolo todo. Alerta y despejado, recordó los días en que habían estado juntos: su tibieza en las largas caminatas, pegados piel a piel; sudando juntos mientras corrían por la senda entre los árboles. ¡Hacía tanto que eso no sucedía! Su vida era una larga espera hasta la próxima salida. Esa mañana amaneció distinto. Nada había cambiado afuera, pero en su interior se encendía una luz pequeña y titubeante como la de una vela. Sintió sus pasos y su voz, llegando desde lejos y el corazón se le aceleró. El cajón se abrió y dudó por diez interminables segundos. Con un gesto rápido y decidido, tomó las medias azules y cerró suavemente. Adentro, las negras retornaron a su espera.