31.8.17

AL FONDO

Por Carolina De Leo

Ocurrió en su casa, al fondo de su casa, en el níspero que estaba al fondo de su casa. Y sí, "al" fondo decían. Para jugar hay que ir al fondo. Ocurrió en un pasado definido, su infancia.

Se repitió muchas veces, de diversos modos, muy seriamente.

Escribir sobre un juego es como volver jugarlo, no se puede ahorrar palabras.

Al fin y cabo, al fondo y al cabo el ahorro es la base de la codicia, así dicen los que tienen razón y no tienen un mango.

Me estoy yendo por las ramas, y es que el juego era en el árbol, arriba del árbol, lo más alto que se pudiera llegar. Si digo ahorro, codicia, ascenso social o troncal no me voy por las ramas porque el juego se llamaba "la pobre infeliz". Asì, en singular, a pesar de que lo jugaba con su hermana, los pobres infelices andan solos aunque sean más de uno.

Entonces, no eran ni "la mamá" ni "la maestra", como si estuviera sucediendo recuerdan ese como si no tuvieran ni casa ni abrigo, tenían hambre y frío...

El único refugio era el árbol, las protegía del viento, de la lluvia y la fruta les servía de alimento. A la escupida volaban los carozos desde arriba. El níspero es más carozo que fruta, no tiene uno sino varios, son suaves y aterciopelados, no se parecen a otros carozos.

Se jugaban la vida ahí arriba. Hijas de una trepadora y de un tano amarrete que un día plantó un níspero al fondo de una casa. El árbol ya no está, tampoco está. En el presente indefinido el pasado es continuo.