27.10.18

CONVERSACIONES CONMIGO

Por María Yacobe

Ya no soy el mismo, el que era.
No preparo mi alimento ni me llevo de paseo por el parque. 
Me dejé crecer una barba sucia y desprolija y ando despeinado.
Traslado mi cuerpo quebrado y maltrecho del sillón a la cama y de la cama al sillón. 
Olvidé los detalles.
Dejé de pedir mi postre favorito. 
Solo me ofrezco vino y del malo. 
Me he vuelto un hombre gris, sombrío, sin fe. 
La bronca y el resentimiento le ganaron a mi deseo.
Debí advertir el final. 
Debí ver, debí observar, debí actuar, debí hablar, debí callar, debí escuchar…
Tanto deber me agobió y me convirtió en esta piedra. 
El sentimiento se me fue apagando. 
Ya ni penas nuevas tengo. Me cansé de mí.
No me saludo más: ni "buenos días", ni "buenas tardes", ni "buenas noches".
Yo también me hubiera separado de esto que soy. 
Yo también me hubiera dejado solo.