Por
Raúl Barros
Andando
por el camino polvoriento
flanqueado
por zanjones con hinojos
disfrutaba
yo de aquel jolgorio
que
me daban las ranas, los grillos y los sorgos.
que
hace mucho que no he vuelto a recorrer
y
aparecen en mi alma tan traviesa
los
afectos y los sueños del ayer.
Yo
soñaba con anhelos y con surcos
que
tendrían sí o sí que florecer
pero
un día ese sendero con sus huellas
el
asfalto sin memoria lo dejó
y
la magia de aquel tiempo luminoso
para
siempre, para siempre lo borró.